19.5.06

Apoyo de Gonzalo Luengo de Leyva. Estudiante de Filología

Si me permiten: El cierre de un teatro es verdaderamente un motivo luto para aquellos que disfrutaron, rieron y lloraron en él. Pero lo es especialmente para aquellos que lo llevaron y vieron como éste era derribado para fines comerciales o inmobiliarios. Mi familia vivió la experiencia de perder así su propio teatro. Una sala de 1220 butacas, quedó muda... en escombros. El objetivo fue hacer plazas de garaje. Nunca he estado en el Teatro Albéniz, pero deseo de corazón que no se repita este proceso de eliminación de la cultura. Todos perdemos algo... luchemos para que nos quede un lugar donde sentir, que merece la pena reír y llorar.

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