30.5.06

El Albéniz no es nada...





Si en París hubieran destruído todo lo que no fuese estrictamente
monumento artístico nadie iría a pasear por sus calles ni sería la
ciudad con más atractivo del mundo. Ese ambiente que atrae al visitante
y del que ellos están tan orgullosos lo forman, aparte del Louvre, la
Torre Eiffel, el Quai de Orsay.... sus diferentes barrios, cafés,
teatros, callejones, parques, bulevares, plazas, boutiques....la mayoría
de todo ello 'viejo', desde luego céntrico....y seguramente muy
mejorable. Cuando aquí ya sólo nos quede el Prado y poco más, los
muchísimos que no nos hemos enriquecido con la venta y destrucción de
esta ciudad de arquitectura modesta y con gracia, nos iremos muriendo -
pensando a veces en nuestros hijos y en la ciudad invivible que les
dejamos - con la amargura de haber tenido que contemplar esta rapiña,
incomprensible sin haber mediado una guerra por medio. Todos los
edificios que antes significaron algo estarán reconstruídos, vacíos por
dentro y llenos de aire acondicionado, ascensores lujosos, baños de
marmol con grifos monomando, lo más caro, lo más moderno, escaleras
mecánicas, luces fabulosas, música constante, pan que es como espuma
seca, jóvenes desalentados e incompetentes, enormes y lujosas puertas
que no funcionan y ante las que un papel a mano indica que hay que dar
un rodeo, personas que nunca te atenderán con una sonrisa, jardines
infantiles que no se han vuelto a cuidar desde su inauguración y de los
que ahora se hará tabula rasa para invertir otro dineral y hacer otro
más moderno, y mejor, y mucho más caro, calles con placas que dicen aquí
vivió y que recuerdan cómo esa casa, que nos permitiría evocar la vida
de una persona de las letras, de la historia, cuyos hechos a veces
estudiamos y admiramos, la echó abajo la piqueta para construir ese
edificio donde con cinismo luce...

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