24.5.06

EDITORIAL DE HOY EN ABC. GRACIAS TAMBIÉN A VOSOTROS, GENTE DE LOS MEDIOS. OS ESTÁIS PORTANDO TODOS.


Evitar el cierre del Albéniz
LA cultura es una de las raíces que más firmemente unen a un pueblo con el suelo que pisa, y también uno de los abonos que más contribuyen al crecimiento y al desarrollo de una sociedad. El teatro se convierte así, como manifestación cultural, en una voz imprescindible que la llena de oxígeno y le otorga verdor y frescura. Derribar un teatro es, por tanto, amputar una parte necesaria para cualquier comunidad y para quienes la habitan.
En Madrid, las gentes del teatro han alzado la voz estos días para protestar contra el cierre y posterior derribo del teatro Albéniz, uno de los lugares que más brillo han otorgado en los últimos años a la escena madrileña. Levantado hace sesenta años a pocos metros de la Puerta del Sol, su gestión depende desde mediados de los años ochenta de la Comunidad de Madrid. Protegidos el edificio y su uso por el Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de la capital, sus dueños -una familia particular- recurrieron esa protección y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, primero, y después el Tribunal Supremo les dieron la razón, y les dieron también luz verde para su venta. Ésta se produjo hace unos meses, y es la que ha motivado la reacción del mundo del teatro.
El Albéniz es quizá más que un edificio. Gracias fundamentalmente a la labor de Teresa Vico, que lo dirigió durante más de quince años y hasta su repentina muerte, en diciembre de 2003, el teatro se convirtió en un lugar de encuentro esencial para las gentes de la escena, y lo sigue siendo hoy; no sólo por los espectáculos que se ofrecían en él, sino también, y muy especialmente, por la calidez del entorno y el ambiente que en él se respira.
No es fácil, con una sentencia judicial por medio, que las Administraciones puedan devolver la protección al edificio, pero seguro que la Comunidad de Madrid, hoy en día su gestora, explora todas las posibilidades que permitan prolongar la vida de un espacio -situado a pocos metros de la sede de su Presidencia- dedicado al enriquecimiento cultural de los madrileños durante más de medio siglo. Hay esfuerzos que merece la pena llevar a cabo, y evitar la tala del teatro Albéniz es uno de ellos.

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