19.3.09

Un hermoso texto de Beltrán Gambier sobre la última función en el Albéniz

Lo último fue el beso de Fernando Cayo al escenario del Albéniz. Ya no era Segismundo, Y el público ovacionó, largamente, de pie. No era un aplauso prestado. 
Todo un símbolo. 
Noche triste, la de ayer. 
Insensibles y sensibles, almados y desalmados, damas y caballeros, funcionarios altos y bajos, políticos de palabra y políticos sin ella, periodistas apurados y periodistas calmos....amigos del Albéniz, amigos del teatro.... 
El inconsciente impedió llegar puntual a algun protagonista que no quería que llegara la última noche. 
Pero llégó. 
Noche triste. Especialmente para los actores. 
Porque los que somos público no vivimos en carne propia la magia y la fuerza de lo que supone comunicar desde las tablas. 
Todo transcurrió en paz y cordialidad. 
La directora temía algún incidente y se aseguró bien de que nada pasara con policías amables. Se esmeró. 
Me quedará grabada la imagen de Toni hablando largamente a una radio mencionando muchas cosas, entre ellas a la Plataforma y su buen hacer. 
No lo vi a Jorge Bosso. 
Pilar Valero ya es mi amiga y sus amigos también. 
Eva es el alma de este movimiento y a través de ella me puedo imaginar a Teresa. El próximo 27 se cumplen 5 años desde su partida. Si estuviera, esto no pasaría. De eso estoy seguro. 
Isabel, la arquitecta, estuvo desde las seis de la tarde. 
Antonio Garrigues tampco faltó a la cita. Es un hombre que ama el teatro. 
David y Berta lo registraron todo: ya veremos su acto de creación en el blog del Albéniz. 
Y más y más gente se implicó y otra tanta se ausentó. 
Pero seguiremos. 
No tengáis duda. 
Cuesta mucho construir el alma de un teatro. Pero lo bueno es que cuando se logra resulta indestructible. 
Sus trabajadores se van, pero para ellos nunca será lo mismo.

Beltrán Gambier

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