15.7.06

Beltrán Gambier: la situación del Albéniz al día de hoy, 15 de julio de 2006

El teatro continúa desprotegido y, por ende, expuesto al peligro de ser demolido. En el Pleno del Ayuntamiento de Madrid se prometieron medidas para protegerlo, pero todavía no llegan (PP, PSOE e Izquierda Unida coincidieron en este punto).






En la Asamblea de la Comunidad de Madrid el PSOE intentó declararlo Bien de Interés Cultural pero el PP se opuso y con su mayoría dejó al noble proyecto en el catálogo de las intenciones.








El verano distrae a los ciudadanos, adormece ciertas conciencias y los especuladores aprovechan.

¿Porqué?

Aprovechan para avanzar en la escalada. Ya veremos cómo, de un momento a otro, habrán de presentar su proyecto arquitectónico que con tanto “cariño cultural” elaboran. Y eso será con el objeto de consolidar la situación jurídica en la que están. Esto puede complicar todavía más el panorama, en el marco de la inacción administrativa, a la hora de la expropiación o en la eventual (no es deseable que remota) negociación de compra. En la medida en que se progrese en lo que desean hacer la posición jurídica de la administración se complica. Saben lo que hacen. También tienen abogados, claro. Esto es un negocio. En aquella cálida tarde del Círculo de Bellas Artes bien se encargó el valiente vocero de recordar a los incautos que no trabaja para una o.n.g.. Después de todo lucrar es lícito y, además, no es pecado.




Mientras esto ocurre, la Plataforma de Amigos del Albéniz recibió el día 7 de julio el premio “La Rosa de Madrid”, instituido por el PSM y el PSOE, en la persona de la infatigable portavoz del movimiento, Eva Aladro Vico. Lo entregó la propia María Teresa Fernández de la Vega. Este hecho marca la diferencia de este partido en materia cultural. Y para que no quedaran dudas Rafael Simancas dijo algo con todas las letras: compraremos el teatro si accedemos al gobierno.

El Partido Popular, por su parte, calla en tanto puede una disputa interna que no termina de salir a la luz y no sabemos si es feroz. Pese al persistente empeño que hubo en tapar un hecho no menor, finalmente se conoció el impresentable motivo por el cual la Comunidad de Madrid de Madrid terminó desistiendo del recurso de casación que pudo haber revertido la sentencia desfavorable del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (acto procesal que casi no registra precedentes y que va en contra de una costumbre inveterada de esperar a la última palabra de la justicia). Frente a ello, al Alcalde Ruiz Gallardón no le quedó otro remedio que preguntarse públicamente porqué su compañera de partido habría ordenado el desistimiento del recurso. Y la respuesta está a la vista del que la quiera ver.

Intentemos ver, entonces.

La súbita acción de los dueños del teatro da alguna pista para empezar a pensar cómo se alimentan ciertos fervores. Unas horas antes de que tuviera lugar la exitosa manifestación a favor de la conservación del teatro convocada por la Plataforma de Amigos del Albéniz (la gran cobertura periodística exime de mencionar la gran cantidad de figuras de la cultura que estuvieron allí presentes), la inmobiliaria que hoy es dueña del Albéniz lanzó un comunicado con el deliberado propósito de dar la idea de que el tema del teatro estaba solucionado y que se respetaría el “uso teatro” del predio.

Esta estratagema destinada a desinflar un intenso impulso cívico no tuvo éxito alguno, hay que decirlo, porque nadie tragó el anzuelo y todos los manifestantes se pronunciaron de manera contundente en contra la demolición. Pero el fracaso no los desanimó.





La Unión de Actores –que participó intensamente de la movilización ayudando a la Plataforma a organizar el acto y tuvo su propia pancarta-, los trabajadores del teatro, y todos los presentes clamamos cientos de veces: no a la demolición. Dijimos todos juntos “a este teatro lo vamos a salvar”. Imborrable queda en la memoria de esta ciudad la imagen de Pedro Almodóvar leyendo junta a Eva Aladro el manifiesto preparado para la ocasión.

Todo este movimiento cívico-cultural fue impulsado desde el inicio desde el blog de la Plataforma (http://teatroalbeniz.blogspot.com) que fue y es alimentado, hora a hora, por Berta Delgado, otra incansable activista de la causa –y cofundadora del movimiento-, y la propia Eva Aladro. Hoy son casi 6000 los adherentes a la causa en España. Pero los apoyos llegan también de distintas partes del mundo. Y esto solo pasa porque lo hecho en el Albéniz ha dejado mucha huella en los corazones. Y esta es la fortaleza que hará ganar la batalla.

Los dueños del teatro, que cuentan -hay que reconocerlo a estar por los resultados- con un buen asesoramiento a la hora de comunicar, siguen trabajando en la captación de adherentes a su causa. Pareciera, a estar por alguna información salida en un medio local, que han tenido algunos éxitos en ese cometido. Ver para creer. Todavía no vimos.

El proyecto que tienen aún no ha sido presentado pero, por declaraciones públicas, se sabe que el gobierno de la Comunidad de Madrid ya lo conoce. Es normal. La inmobiliaria lleva meses trabajando en esto y se conversa con las autoridades. Y la Presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre, confirmó expresamente en declaraciones públicas su inexplicable cambio de posición. No sabemos cuándo decidió deshonrar su palabra, dada en el punto 9 de su plataforma política, de que compraría el Albéniz para migrar hacia su desoladora posición actual que es la de que allí se mantenga un “uso teatro”. Esto supone la muerte del Albéniz. Y supone, además, algo más grave: toda la inversión que se hizo con dinero público durante 20 años se tira por la borda. Una inversión en cultura que se pierde.

Una cosa más: comprar el teatro Albéniz está a la mano de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento. El problema no es que resulte caro (vemos como nadie esgrime este argumento). Es problema es otro, a ver si nos entendemos.

En síntesis: el partido que gobierna España está a favor de conservar el teatro Albéniz tal como está hoy, el Partido Popular –en la escala municipal- también. Izquierda Unida –con gran fervor y protagonismo de Inés Sabanés desde el inicio– también. 6000 personas del mundo de la cultura, también. Y muchísimos más que todavía no se han manifestado, también.

Esta semana que pasó apreciamos el autismo político de quienes presentaron la programación del teatro para la próxima temporada. Como si nada de todo lo dicho más arriba hubiera tenido lugar reafirmaron, impasibles, la idea de demolición. ¿Cuál será la venganza que depara el ignorar a los protagonistas de la vida cultural? No lo sabemos. Los políticos son ellos.





Creo que ha llegado el momento de honrar el espíritu de la gran manifestación del 5 de junio de 2006 y seguir dando batalla para que el teatro Albéniz no sea demolido y su magnífica programación sea conservada.


Beltrán Gambier

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