8.6.06

Beltrán Gambier: luces, sombras y noche de una curiosa





Esta tarde acudimos los miembros de la Plataforma Amigos del Albéniz, con gran fervor cívico, a la sesión plenaria en el que se trataría la propuesta del PSOE de declarar Bien de Interés Cultural al teatro Albéniz.

Nos acompañaban unas jóvenes actores que vienen siguiendo el tema y que deseaban manifestarse con lenguaje teatral. Parte del vestuario que querían lucir en el Pleno tuvo que quedar depositado, por imposición de los guardias de seguridad, en la oficina de acceso. No sea cosa de intranquilizar a sus señorías. Y para los que no éramos actores también hubo restricciones: móviles (los representantes del pueblo, ¡ellos sí!, si gozan del derecho de mandarse mensajes de texto durante las sesiones) y bolígrafos (!!!!) debieron también ser dejados allí.

Ya instalados todos nos enfrentamos a severas normas de conducta que son comunes para el público que asiste a estos eventos.

Así, con gran sorpresa, leímos el siguiente texto de las Normas de comportamiento que deben observar los invitados a las sesiones del Pleno de la Asamblea de Madrid.

Leed lo que sigue con atención:

“El Reglamento de la Cámara prohíbe a los invitados las manifestaciones de aprobación, como aplaudir o las de rechazo, así como exhibir pancartas o lanzar octavillas”.

¿Qué os parece?

En otros términos:



-los representantes del pueblo pueden aplaudir, el pueblo no.

-los representantes del pueblo pueden hacer manifestaciones de rechazo, el pueblo no.



He visto, no hoy, a legisladores que muestran pancartas en las sesiones, el pueblo no puede hacer lo mismo.



Increíble, ¿no?



La impugnación de estas normas reglamentarias (más propias de otros tiempos) debería tener éxito. Y si la respuesta resulta negativa no dudo que darán lugar a un bonito caso para tratar en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Ojalá no sea necesario.

En un momento dado uno de los nuestros quiso estar de pie: tampoco fue posible. “Está prohibido estar de pie” indicó un solicito guardián.

Pues bien, en esas “democráticas” condiciones asistimos al debate del tema que nos preocupa y ocupa: que el teatro Albéniz sea efectivamente protegido.

El PSOE presentó un proyecto que contó con el condicionado apoyo de IU (con una enmienda). Unos y otros expusieron sus puntos de vista mientras una gran cantidad de bancas estaban vacías.

El debate no duró ni una hora (aunque no tengo certeza porque mi reloj quedó depositado en la oficina de seguridad) y llegó el momento de la votación.

En eso, como ya sabemos que es costumbre en ámbitos parlamentarios, hicieron aparición, de manera súbita y descarada, unos representantes del pueblo que habían preferido, hasta ese momento, no estar en el recinto….

La protección del teatro Albéniz fue votada desfavorablemente.

Con lógica indignación hicimos uso de nuestra libertad de expresión.

Resultado: fuimos expulsados del recinto.

Así como os lo cuento.

Con esas luces y sombras, llegó la noche. Pero no para nosotros, queridos amigos que nos visitáis en este blog, sino para aquellos que todavía no entienden que el “malestar en la cultura” pasa importantes facturas políticas.

No nos detendremos.

Beltrán Gambier

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