22.5.06

Carta de Carlos Capote Pérez-Andreu


Carlos Capote - Informático, aspirante a director de cine y, en ocasiones, pensador

Resulta curioso que en el diccionario de la Real Academia Española no aparezca entrada alguna para patrimonio cultural, histórico, natural, ni por supuesto, social. Sí la hay, sin embargo, para patrimonio nacional, patrimonio neto -ambos conceptos económicos- e incluso patrimonio real. Ésta es una ausencia que me pasaría desapercibida, si no es porque me recuerda que el lugar que no les hemos concedido a estos conceptos en nuestros diccionarios, tampoco se lo hemos concedido en nuestras leyes.

A efectos legales, está más protegido un euro en mi bolsillo que el Albéniz en Madrid. Pero, ¿cuál es el valor de un pequeño trozo de metal en mi bolsillo?. En efecto, el que le asignan las leyes de comercio. A diferencia del dinero, que es un concepto abstracto y sólo tiene el valor que las leyes y el mercado le otorguen, el Albéniz tiene valor por sí mismo. Un valor que no le otorgan las leyes, sino todos y cada uno de los artistas y espectadores que han compartido vivencias entre sus paredes. En este caso, una ley -o mejor dicho, un despropósito de sentencia del Tribunal Superior de Justicia- que paradójicamente debería ser ilegal, pretende quitárselo.

¿Cuál será ahora el argumento, o mejor dicho, la excusa?, ¿acaso nos dirán que el Estado no debe interferir bajo ningún concepto en las operaciones comerciales porque supone un obstáculo al libre mercado?.

Esperemos que el mercado no supere a la democracia y, con esta, a la cutura y la historia de Madrid. Sólo encuentro tres palabras para expresar mi apoyo a quienes están haciendo todo lo posible por salvar el teatro: ¡Mucha mierda Albéniz!.

Carlos Capote Pérez-Andreu
Informático, aspirante a director de cine y, en ocasiones, pensador

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