
Sólo es un mensaje para manifestar mi apoyo a cualquier medida que surja para evitar el derribo del teatro. Por cierto, los cines de la Gran vía también han perdido, gracias a una ordenanza municipal, la protección que tenían y pueden ser sustituidos por cualquier otro negocio. No sé si alguien tiene información jurídica sobre este tipo de ordenanzas, pero ahora que la especulación mueve esas cifras tan alucinantes, es el momento de que la autoridad intervenga y proteja los espacios que son referencia histórica de nuestras ciudades, pero se están dedicando, precisamente, a lo contrario, a servir de estímulo a la especulación y al derribo al reducir la protección. Las astronómicas cantidades de dinero que mueven estos señores, se convertirán en la única voluntad sin competencia ni contestación. No queremos que las autoridades competentes, que deberían ser las que cuidaran de nuestro patrimonio y salvaran la ciudad de las garras de los acosadores, que sólo buscan el beneficio propio causando un grave perjuicio a la comunidad, se conviertan en su principal enemigo. La principal obligación de cualquier autoridad, es dejar la ciudad, al menos, en las condiciones que le fue entregada. No sirve una de cal y una de arena. No vale decir, hago un tramo de "Metro" y me cargo un parque. El desarrollo inevitable y la mejora de las condiciones de las infraestructuras forman parte de las obligaciones de los mandatarios, así como salvaguardar nuestros tesoros artísticos y culturales, y los teatros y los cines forman parte de ellos. Alguien en otro tiempo, cuando diseñó nuestra ciudad, pensó que en ella deberían tener cabida los espacios culturales, los museos, los cines, los teatros, pero no en los arrabales, sino en el mismo corazón de la ciudad, para dotarla de alma, de un sentido que hiciera sentirse orgullosos a sus ciudadanos. Así se llenó el centro de Madrid de cines y de teatros, pero no porque el urbanista de turno fuera imbécil y no supiera ver el negocio que había detrás de cada metro cuadrado de Gran Vía, sino porque sentía un enorme respeto por la ciudad que tenía que diseñar y administrar, o mejor dicho, sentía mucho más respeto que las actuales autoridades. Esa es la razón por la que los padres de don Alberto Ruíz Gallardón, y los de doña Esperanza Aguirre, llevaban a sus hijos al cine (supongo), sabían la alegría que les daban, del mismo modo que me llevaban a mí de pequeño mis padres (la primera vez que fui a un cine al centro fue al Albéniz a ver "La conquista del Oeste" en "cinerama"), y yo llevo a mis hijos, y quiero que mis hijos lleven a los suyos al cine que les llevó su papá. Esa es mi ciudad y es el único nacionalismo que entiendo, el de reconocer mi propia historia en las calles, los monumentos, las casas, los cines, los teatros; historia y sentimientos que nadie, por hacer negocio, debe arrebatarnos, y menos gracias al estímulo que supone el cambio de las leyes y las ordenanzas que autoridades anteriores, más civilizadas, se encargaron de redactar para protegernos de la barbarie del dinero.
Los que tenían que ser pastores, se han convertido en los lobos del rebaño.
Los ciudadanos en un país libre y democrático, son los únicos propietarios y responsables de la ciudad en la que viven con sus decisiones y sus acciones. No nos dejemos hurtar el patrimonio.
José Míguel Monzón Navarro
(Gran Wyoming)
DNI: 14905199 S
1 comment:
Aparte de apoyar la iniciativa contra la desaparición del teatro quería haceros un comentario técnico: no sé hasta qué punto le puede interesar a los lectores del blog conocer el DNI de las personas que lo firman. Lo digo porque lo mismo algún avispado lo usa con otros propósitos. Creo que sería mejor quitar esos números del blog aunque los uséis de modo interno.
Un saludo.
Juan José Domínguez
Profesor de la Universidad de Salamanca
Director de cine
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