21.5.06

Carta del Dr. Claus Knapp Boetticher





Queridos amigos:

Es difícil conseguir un lugar en condiciones para desarrollar
cualquier actividad cultural. PERO MUCHO MÁS DIFÍCIL ES LLENARLO DE
CONTENIDO. ¡Los lugares son lo que albergan, pero sobre todo lo que
albergaron! No, no da igual trasladar el "tinglao" a cualquier otro
sitio.

¿Servirá una llamada a los "conservadores" para que conserven la
esencia de una más de las joyas de la manifestación cultural de ese
Madrid, que lo es (¿o lo era?) de nuestros ensueños? La llamada del
dinero es tan potente que hace aflorar instintos inusitados. Habrá
que recordar a los responsables de tanto desafuero, que al pretender
que "modernizan" la ciudad, la destruyen. Probablemente porque han
tenido la desgracia de no haber tenido personas en su entorno que les
hayan enseñado el cariño a cosas que no sean tan fácilmente
contabilizables. ¡Pobres! A los que valoramos más lo intangible, nos
emocionamos con un momento feliz en cualquiera de tantas actuaciones
del ALBÉNIZ, o en cualquiera de tantos lugares ya desaparecidos, sí
nos importa. Nos importa y en ello consiste parte de nuestra vida, en
dar continuidad a los perecedero.

¡Pobres, los que no lo entienden así! No les han enseñado a
jerarquizar debidamente sus preferencias. Lo curioso es que se
sienten facultados para redactar y emitir disposiciones, pero no han
tenido ocasión de aprender a amar la búsqueda de la verdad, de la
belleza . . . ¡Belleza, que en el teatro aflora con una
intensidad viva e impactante!

Y sin embargo: ¡No hay disculpa! Cuando el cambio de destino de un
centro cultural como el TEATRO ALBÉNIZ se debe a disposiciones
cuidadosamente encaminadas a entregarlo a la voracidad económica, hay
que preguntarse donde buscan consejo quienes no sienten dolor al
asesinar tantas palabras, tantas historias, tantos actos, tantos
aplausos . . . . y tanta felicidad. Todos ellos conceptos VIVOS.

Es verdad, podrán cerrar este - y cualquier otro centro - pero deben
recordar, que todo lo que con ello asesinan es materia viva . . . y
esa materia se mete por donde incluso no cabe. Irá invadiendo las
zonas en las que los bárbaros de la cultura se creen seguros. Las
historias crecen, las palabras se transmiten, cada acto puedo no
terminar con tanta felicidad, y los aplausos pueden sonarles en le
momento más doloroso. Acuérdense estos agresores de la cultura, cuya
identidad se esconde tras oficios, disposiciones, papeles, que lo
intangible por serlo no se deja apresar. Aflorará algún día como
pestoso residuo y no tendrán defensa.

¡PORQUE NO HAY DISCULPA! De modo que: ¡REACCIONAR, RESPONSABLES!

Dr. Claus Knapp Boetticher
médico

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